En un lugar de Getafe, de cuyo nombre no quiero acordarme (al menos de momento), no ha mucho tiempo (lo que viene siendo el domingo 29-3-09) a las 8:30 de un domingo algo frío y ventoso, estaban preparados una fermosa y valiente dama, Dulcinea (también llamada en otros entornos Evita Dinamita) y once valientes e hidalgos caballeros (algunos más que otros), Víctor, Valentín, Ángel Aja, Javi Doblas, Rafita, Javi Morales, Ángel Sánchez, Luis Manuel, Vicente y Javi Sánchez, cada uno con sus faldamentos y garrachas involutos y con sus Rocinantes de diversas razas (Orbea, esta de pura sangre, Specialized, tampoco se quedaban cojas, Trek, B Pro, Rockrider, alguna otra que con la capa acumulada de barro, fango y polvo de los caminos embarrados, no puedese ver su nombre y otras de difícil pronunciación).
Después de un madrugón considerable, más si se tiene en cuenta el cambio horario acaecido en la madrugada anterior, todos comenzaron con su empresa dominical sin imaginarse lo que el futuro les iba a deparar. Al poco tiempo de las primeras galopadas, no llevaban ni un decil de su recorrido, tuvo lugar la primera cuita; en este caso el Rocinante del escudero Rafita, no tenía aire suficiente para continuar (si ya lo decía Don Víctor de Las Navas: “A estos lares y a estas empresas hay que venir inflado, pinchado y meado”). Después de veinte minutos intentando restablecer a su Rocinante, cambiándole la herradura (lo que viene siendo el obús de la válvula del amortiguador trasero), y sin el éxito esperado, Rafita decidió volverse sin finalizar tan intrépida gesta.
Hasta el km 28 de la ruta no hubo ninguna cuita digna de mención. Se aproximaba la tan temida y a la vez deseada batalla con el “Gigante Pingarrón” (si con este nombre, no se puede esperar otra cosa), cada uno sacó su lanza, preparó su armadura y a la velocidad que sus fuerzas y su montura permitioles, fueron subiendo el adarve del día por unos caminos cada vez más empinados y empedrados. Pocos ganaron la batalla (Victor y Ángel Ája, si mi memoria no se equivoca). Algunos tuvieron que subir a pie, tirando de las riendas de su Rocinante, otros desequilibráronse al tomar la trazada inadecuada, otros cayéronse, lastimándose la ijada y faciéndose un esguince, y a Evita Dinamita, otro fullero caballero, fizo que diera con sus güesos en el suelo, ciego en su empeño de ganar la batalla a piedras, desniveles y jadeos. (No pasa nada, Valentín, pero ser, eres). Poco después de acabada la batalla, cada uno recuperó fuerzas comiendo los bastimentos que llevaban en las alforjas. A partir de agora todo puédese resumir en “veamos quién es el que más galopa”, ya que jinetes y caballos, en el último cuartal, cada uno a su ritmo, fueron cabalgando lo más rápido posible para llegar a Aranjuez, donde a orillas del río Tajo, don Víctor de las Navas les dejó a todos boquiabiertos con unas lecciones magistrales de sexador de patos, por lo visto los patos son de colores y las patas son pardas (¿no eran ellos los que la liaban parda?,…. ¿o eran ellas?,…. ¡qué follón!) Minutos después de retratarse en los jardines de Aranjuez, buscaron una posada, donde el bodegonero les deleitó con los manjares propios del lugar (lo que viene siendo morcilla, calamares y callos, como decía aquel, comida macrobiótica, todo regado con cerveza). Una vez acabado todo el mencionado cúmulo de alimentos y con el despiste creado por tan buena compañía y situación, echóseles la hora encima y todos salieron cual ratón huye de gato (es decir, a toda ostia) hacia el tren que les llevaría hasta el punto de partida, la estación de El Casar en Getafe (si ya decía yo que me acordaría) donde hidalgos, damas y Rocinantes montaron todos sin dar a cambio el tributo por el transporte (cojones ya, ¡que se no pagaron el billete del tren!), en unas condiciones no tan decentes como las de cinco horas antes, llegando a su destino a las 14:30 aproximadamente.
Es de esperar, que tanto caballero y/o bellaco, con sus improperios de costumbre, no hayan incomodado a tan valiente, fuerte y bella dama, y ésta decida volver a acometer esas duras y alocadas batallas a las montañas de Madrid y sus alrededores, invitando a sus amigas a conocer tan intrépidas y arduas aventuras. (Por Miguel de Cer….,,,¡ joder que memoria!……, (by Javi Sánchez) (escrito por Javi Sánchez) |