Domingo de diciembre menos frío de lo esperado para ésta época del año y éxito en la convocatoria dado el nutrido grupo de madrugadores apuntados a la ruta en cuestión.
Lo cierto es que el perfil de la salida daba un poco de “miedo”: desnivel acumulado de 1.060 metros, dificultad muy alta, kilometraje tirando a “largo” (39,9 Km.) y, sobre todo, tres subidas de aupa: el Telégrafo, el Cerro del Castillo y, para rematar, el Alto de las Viñas.
Con estos “mimbres” llegamos puntuales a las inmediaciones del kiosco Puskas casi todos (Valentín, hay que tenerlo todo previsto, incluso el material de los amigos invitados que luego te quejas de que no te dejamos ni hacer un “pis”), con buena disposición para afrontar lo que tocase. Buen ambiente en la concentración con especial atención a Álvaro por su don de la ubicuidad, dado que suele encontrársele en todas las “disputas” (con perdón) que se suscitan en el foro o en las rutas, ya sean sobre fauna, material rodante de última generación o cualquier cosa de la que se hable, especialmente si se bebe o se come (con perdón).
En fin lo dicho, buen ambiente, temperatura agradable y muchas ganas de pedalear para comenzar la ascensión al Telégrafo con una variarte made in Javi Iglesias & Álvaro que hizo la subida un poco mas “técnica” y dura. Alguna compra de “parcela” que queda reflejada en el parte de incidencias y reagrupamiento cerca de la bajada del SOMIER, de tan ingrato recuerdo para el cronista, para continuar hasta la “cima” donde nos hicimos la foto de grupo antes de emprender una bonita y espectacular, a la par que vertiginosa, bajada hacía Collado Mediano.
Después de la bajada y como lo que nos gusta realmente es subir, enfilamos el camino hacia la segunda “dificultad” del día, el Cerro del Castillo, que resultó algo más duro que el primero y que disgregó el grupo en dos, Charly, Javi Sánchez y un servidor que íbamos algo pasados de vueltas, y el resto que decidió que el tentempié se tomaba en el mirador de poco antes de coronar. Reagrupados en las inmediaciones del embalse de Navacerrada, nos dirigimos hacía Mataelpino por otra nueva variante elegida por los “lugareños” que resultó la mar de divertida y que generó alguna que otra controversia acerca de los conocimientos mecánicos del Alcalde (los comentarios giraban entorno a su poca habilidad para manejar los cambios, aunque los malpensados lo achacaban a que utilizó eso como excusa para justificar que le descabalgó un obstáculo relativamente fácil de sortear).
En el recorrido hacía la “cumbre” de éste domingo, nos cruzamos con un numeroso grupo de participantes en no sé qué carrera y lo que más nos “impresionó” fue el “avituallamiento” servido por un mozo común y dos mozas de buen ver (mejorando lo presente “evitadinamita” y su espectacular modelo “arbitro” que da pié a tantos comentarios). Así corre cualquiera.
Pues bien, llegados a éste punto, atisbamos una antena a lo lejos y Álvaro dijo:
- Ahora tenemos que subir allí.
Caras de incredulidad, sudores fríos, quejas y lamentos:
- ¿Estas de broma no?
Parecía imposible subir el Alto de las Viñas sin material de escalada, pero lo cierto es que después de las dudas iniciales nadie se aberronchó y tomamos camino del Alto con paso firme. Lo cierto es que resultó incluso mas duro de lo que podía preverse, pero todos llegamos hasta arriba, unos antes, otros después, unos montados, otros andando, unos jodidos, otros también, pero en definitiva TODOS ARRIBA.
Para terminar la ruta un poco de Cañada Real para relajar piernas (joder Javi Sánchez no te relajas ni durmiendo, parece que te dan cuerda) y llegada a Moralzarzal con la discusión de si nos la tomamos en el Puskas, que si el Puskas es un cabrón y yo no me la tomo allí, en definitiva, que como siempre llego con la hora pegada al culo, no me enteré donde terminó la juerga.
Saludos a todos y todas
Javi Ignacio
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