Mtb de investigación por la sierra de La Cabrera y el monte Mondalindo.
Siempre que se habla de una nueva ruta, se crea cierto revuelo en el grupo. Si además añadimos que la ruta transcurre por una zona hasta ahora inexplorada por el club, por un paraje precioso de la sierra norte, como lo es la zona de La Cabrera, que se incluye la subida al monte Mondalindo y la bajada hasta Bustarviejo por las tan apreciadas variantes de nuestro querido alcalde, la expectación que se crea es máxima, y hacía presagiar una ruta más que apetecible para la mañana (luego se convertiría en algo más que una mañana…) del Domingo 22.
Todo ello quedó demostrado por la cantidad de locos del Mtb que nos juntamos en el punto de partida designado para la ocasión. Veintidós (creo recordar) bikers, a las 8:30 horas en La Cabrera, a la sombra del Pico de la Miel, que se levantaba majestuoso invitándonos a pasar la mañana por aquellos lares. Preparación de monturas, saludos al personal, presentación de los nuevos amigos que se unen al grupo, las primeras risas de la mañana y, sin más dilación, nos pusimos en marcha.
Prácticamente sin tiempo de calentar, aparecen las primeras rampas, que ya hacían pensar en una ruta de cierta dureza, especialmente si no se había revisado, como en mi caso, el perfil de la etapa. En estos momentos, recién iniciada la ruta, el amigo de Rafa empieza a tener problemas respiratorios. Aunque se le intentó animar a que continuara un rato por si mejoraba, finalmente decidió abandonar. Muy buena decisión, viendo como transcurrió la jornada.
Y así, sin incidentes destacables que contar, cada uno a su ritmo, disfrutando de unos magníficos bosques y unas vistas del valle realmente bonitas, íbamos avanzando, subiendo, subiendo y subiendo…, (bueno, también algunas bajadas cortitas y falsos llanos), bordeando la sierra de La Cabrera, por caminos de todo tipo, en buen estado por lo general, pero también por algunos más técnicos, con mucha piedra suelta, roderas y regueros, que hicieron poner el pié en el suelo a varios ciclistas (a algunos más que el pié…), hasta alcanzar las inmediaciones de los montes Regajo y Mondalindo, donde, como no podía ser de otra manera, el amigo Juan amenizaba el descanso con uno de esos chistes suyos que hacían olvidar por un momento los kilómetros de subida que ya llevábamos en el cuerpo y los que nos esperaban.
Siempre para arriba…, continuamos pedaleando, esta vez por un espectacular bosque de pinos donde se respiraba una tranquilidad increíble, al menos para los que íbamos a la cola del pelotón, sólo rota por el sonido de los arroyos que bajaban con bastante agua, y cruzaban y bordeaban el camino de subida, y por el canto de los pájaros.
Y llegamos a la última parte de subida. Cortafuegos interminable, que, aunque intentamos hacerlo sin bajarnos de la bici, resultó imposible y todos acabamos por hacerlo a pié. La inclinación y el estado del terreno hacían muy difícil avanzar, pero ya se intuía el final de la ascensión y eso nos animaba a continuar. Cuál sería mi sorpresa cuando llegamos al final del cortafuegos y ¡no había nadie! Pensé de nuevo en el consabido ‘que no se quede nadie atrás’ pero no tenía mucho sentido. No, no era el final. La subida continuaba, pero ya se veía, por fin, la cumbre del Regajo, la que debería ser, junto a la del Mondalindo, ambas cumbres a 1.831 metros de altura, el final de la interminable ascensión de la jornada (24 kilómetros).
Llegada a la cumbre del Regajo. Espectaculares vistas miraras donde miraras. Al sur, la espalda de la sierra de La Cabrera, al norte, el valle del Lozoya, al oeste la cuerda hasta la cumbre del Mondalindo y al este el bosque por el que habíamos subido, embalse de El Atazar, … Realmente impresionante. Fotos de grupo, avituallamiento general, en el que acabamos con lo poco de comer y de beber que nos quedaba en las mochilas, y salida hacia la cumbre del Mondalindo, que la alcanzamos tras otra ‘pateadita’ campo a través entre matorrales y pedruscos. Última foto de grupo y salida disparados hacia Bustarviejo, por un tramo de bajada en el que alternamos algunos pequeños trozos poco transitables al principio, con otros rápidos y peligrosos, sendas donde las piedras y las jaras te hacían ir con especial cuidado, tramos que parecían auténticos ríos, barro, … en resumen, una bajada kilométrica muy entretenida, por todo tipo de terreno, que nos hizo disfrutar de lo lindo, aunque algunos de nosotros dimos muestras de nuestra especial habilidad para buscar parcelitas en la sierra. Algún golpe, magulladuras de poca importancia,… y la rodilla de Charly, que no aguantaba el ritmo de bajada que quiere imprimir el ‘amo’… (cuida esa rodilla Charly). Supongo que el cansancio también tuvo algo que ver en estos incidentes.
Llegada a Bustarviejo, nueva reagrupación del personal, abastecimiento de agua, cierto nerviosismo por la hora que era, y, ¡vamos!, a por el último tramo de la jornada. Vuelta a La Cabrera bordeando la sierra, pasando por Valdemanco y final de la ruta por un camino precioso pero poco transitable en bici. Por cierto, camino mágico donde los haya. Alguien nos tendrá que contar cómo es posible que entrando los últimos en este último tramo, apareciésemos casi los primeros en la salida. A ver esos GPS de segunda mano con baterías de chichinabo que lleva el personal…
Final de etapa en La Cabrera, rápida despedida, y fin de fiesta de los seis campeones que nos quedamos a degustar una estupenda cervecita dándole una alegría a nuestros maltrechos cuerpos, eso sí, brindando, como de costumbre, ¡por las cosas del montar! (con o sin ruedas…)
Esto es todo, amigos. Ruta muy entretenida, larga, dura, ‘interminable’, con parajes espectaculares y, esta vez, alternando el pedaleo con el trekking y el Mtb de investigación. Es lo que tiene la aventura…
Un abrazo para todos y hasta la próxima.
JJ (escrito por Juanjo) |
caídas en la ruta: (1)
pinchazos en la ruta: (0)
averías en la ruta: (0)
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