DATOS DE LA RUTA
HORA DE SALIDA: 08:57
HORA DE LLEGADA: 13:10
TIEMPO DE PEDALEO: 03:15
TIEMPO TOTAL EMPLEADO: 04:13
DISTANCIA RECORRIDA: 43.9 Kms.
TEMPERATURA MEDIA: 11.0 ºC ( mín.: 3.0 ºC máx.: 23.0 ºC ).
SENTIDO DE REALIZACIÓN: habitual
OBSERVACIONES: Algunas averías sin importancia solucionadas rápidamente. Flu que se pierde con Antonio Lorente por tener el track antiguo. Múltiples caídas (sin consecuencias) en la zona de Las Calerizas debido al estado del terreno con arena y piedras sueltas.
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ASISTENTES: (26)
caídas en la ruta: (7)
pinchazos en la ruta: (0)
averías en la ruta: (1)
DE EL MOLAR A LOS ALTOS DE CALERIZAS CON VUELTA POR LOS CANALES ALTO Y BAJO
Cuando, sin yo saberlo, me toca crónica, la mañana suele comenzar mal. Y esta no tenía por qué ser la excepción. Consigo salir de casa sin hacer mucho ruido, bajo al coche y…, mal rollo. El portero dando la chapa con no sé qué de que alguien entró por la noche. Miro el coche…, está la bici donde la dejé el día antes…; que el resto no importa, colega. Voy a salir del garaje: la puerta no abre. Me cago en mi calavera. Salgo disparado a buscar al portero de antes, que sigue dando la chapa mientras me abre la puerta a mano. Cinco minutos. Diez. Juan me mata. Desesperado… Por fin salgo, leñe. Voy tarde, claro, y a todo gas.
Llego a buscar a Juan: tiene el tinglado montao en el jardín, con todo el material, bici incluida, pero de él ni la sombra. Espero. Llega con su coche, maniobrando a toda leche. “Ya pensé que no venías”. Tengo que intentar ahorrarle estos sustos. Cargamos y camino del Club de Campo, a ver si no hay más sorpresas. Vamos por la autovía como alma que lleva el diablo: Carlos Sáinz y Luis Moya, unos aficionados. Llegamos: coño, aún están aquí. A los coches y…, te toca crónica. Vale. Ya decía yo que la cosa iba mal. Pues ahora va peor. Otra vez en marcha.
Llegamos a El Molar. Montaje y preparativos. Se presenta interesante la ruta, con algunas caras nuevas. Bienvenidos. Hay que aliviar peso de la vejiga. Ahí voy con Valentín, ni corto ni perezoso, al muro del pabellón, bajo un arbolito. Que si maricas, que si no, que si mucho vicio. Lo típico, vamos. Aún no hemos guardado los cacharros, y pasa la benemérita. Nos libramos por poco.
Arrancamos. Salida en estampida por parte del grupo habitual de cabeza. Mala cosa. Camino de Pedrezuela con polvorosa estela, vamos levantando la tierra y el asfalto. Caminos cruzados. Pérdidas. Paradas continuas. Un caos, vamos. Al final, lo que tenía que pasar. Flu se palma: GPS con track equivocado. Víctor y Adolfo van a buscarlo. Juan y yo entremedias, tras un túnel bajo la A1, cubierto de agua. Se decide que esperaremos todos, si pillamos a los de delante antes de que lleguen a los coches de nuevo, en Cotos de Monterrey.
Vamos pues. Pista de tierra, sentido bajada y…, carallo: control de la Guardia Civil, al llegar a la carretera. Qué majetes. Alfonso quiere soplar, pero no le dejan. Hasta aquí, la cosa revuelta, pero tranquila, con el grupo partido en pedazos, pero echándonos unas risas. A partir de este momento se masca la tragedia. Primero Ricardo, uno de los nuevos, decide negociar una parcelita en la zona, observando lo agradable de los chalés del lugar. Sin consecuencias. Luego, Hugo, una torta leve y vivificante: te das cuenta de que, si quieres seguir entero, más vale ir con cuidado. Ya en los altos de Calerizas, me libro por casualidad de un ostión en condiciones, encima de roca viva. Paramos a comer, con unas vistas impresionantes. Se busca solución a un problema que arrastra el freno de la bici de Miguel Ángel, con cuatro ingenieros, como en Ferrari (Adolfo dixit). Foto de grupo.
En ruta de nuevo. Observamos un antílope dando saltos por los altos de la cresta. Anda, si habla. No, hombre, es Víctor: leche de Charly, sin consecuencias también, y el Sr. Alcalde corriendo para que no se levante sin la foto reglamentaria.
Seguimos. Tras la zona alta de Calerizas, iniciamos el descenso. Dos opciones: camino del canal, asfalto, curvas, 100% ciclable; o trialera de descenso, riesgo que te cagas, tierra y piedras sueltas, acojona con verla. La elección era evidente para todos: la trialera, claro. Algunos bajan del tirón casi todo, otros echamos algún pie que otro a tierra. El Sr. Alcalde habla de mariquitas y de 100% de ciclabilidad (ni de coña, vamos). Cuando llegan los primeros abajo, Álvaro lo anima a que baje montado un desnivel interesante. Bajar, lo bajó, pero él por un lado y su bici por otro. Si esto de entrar a las provocaciones…
En la última trialera, ostión de Juan: desciende todo como un campeón, baja la guardia un momento y galleta. Moraleja. Sin consecuencias (esto último lo pongo por si su mujer lee la crónica). Cruzamos la carretera, y subimos un montecito de nada (Víctor, cabrón) por el placer de bajar una nueva trialera. Todo en orden. Voy al final del grupo, y veo bajando a todo cristo en buena forma. Llego abajo, y nuevo ostión. Fernando, uno de los nuevos, probando si la hierba está fresca. Se levanta y no hubo nada. Esto va pasando de afición a problema, con brotes de peligro. Tanta torta no es habitual.
Retorno por pistas de asfalto alternando con algún tramo de tierra y literalmente sobre el tubo del canal bajo. Se sube una cuesta trialera con desnivel importante, de los de echar pie a tierra. No me libro: derrape de la rueda delantera en la tierra suelta, y me la pego yo también. Arriba y de nuevo al lío.
Llegada a El Molar, subida a la Ermita y foto de grupo (Alfonso se encarga de que nos la haga una txurry que pasaba por allí). Buenas vistas. Bajada cortita, paramos en un bar y a brindar: por las cosas de montar.
David.
(escrito por David Verdes)
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