Vuelta por Montejo de la Sierra, La Hiruela, Torrejón de la Sierra y la Sierra de la Puebla. 22-04-2012

Vuelta por Montejo de la Sierra, La Hiruela, Torrejón de la Sierra y la Sierra de la Puebla. 22-04-2012

DATOS DE LA RUTA


HORA DE SALIDA: 08:29
HORA DE LLEGADA: 13:33
TIEMPO DE PEDALEO: 03:54
TIEMPO TOTAL EMPLEADO: 05:4
DISTANCIA RECORRIDA: 42.0 Kms.
TEMPERATURA MEDIA: 11.0 ºC ( mín.: 6.0 ºC máx.: 19.0 ºC ).
SENTIDO DE REALIZACIÓN: habitual

OBSERVACIONES: Dos caídas de Juan sin consecuencias.

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ASISTENTES: (15)

 

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Adolfo
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Antonio Catalán
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Antonio Lorente
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David Verdes
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Goyo
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Javi Iglesias
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Javi Ignacio
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Javi Sánchez
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Jesús Pérez
caidacaida
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Juan
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Juanjo
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Miguel Sánchez
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Valentín
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Vicente
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Víctor

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Una ruta para "gladia-bikers" o el alcalde ataca de nuevo, ¡la madre que le parió!

Esta ruta empieza a gestarse allá por agosto del año pasado (2011) mientras estábamos "disfrutando de lo lindo" por estos senderos "no ciclables" entre La Hiruela y el Collado Salinero. ¡Cinco kilómetros de nada andando entre jaras! que nos dejaron todo nuestro cuerpo marcado con cientos de arañazos y que Marily, que decidió venir a esta ruta, no le perdonará jamás al alcalde (o sea, a mí mismo). Como digo, mientras disfrutábamos tirando de la bicicleta cuesta arriba entre los jarales, no dejaba de culparme por la encerrona en la que había metido al grupo:

- ¿Cómo era posible? pero si el sendero se veía bien marcado en la orto-foto, Otra de éstas y me tocará salir solo con mi Trantor....

De repente uno de los sufridores alza la vista y dice:

- Alcalde, mira las pistas que hay en esa montaña de ahí enfrente, Podrías haber marcado la ruta por ahí y no por este infierno, ¿no?.

- ¡Coño! pues tiene razón, tengo que rediseñar esta ruta por esas pistas.

Una vez en casa con el Ozi Explorer, las ortofotos del SIGPAC, los mapas de la Tienda Verde y alguna otra de las maravillas con las que me suelo entretener para intentar sorprender a este grupo, cada vez más exigente y difícil de complacer (sobre todo a algunos), localizo aquellas pistas de montaña, aquellas que veíamos a lo lejos...

- ¡Joder, qué buena pinta tienen! ¡se van a enterar! ¡je, je, je! aquí no puede haber jaras, pero hay cuestas para aburrir. ¡Ostras! pero si llegamos al puerto de La Hiruela por donde siempre, nos sale una ruta de 60 kilómetros... ¡Hum! tendré que acortarla que si no me matan, habrá investigar "in-situ".

Y nuestro alcalde (o sea, yo) se escapa un día de verano a Montejo, con el GPS, los mapas, los tracks a mano alzada y su compañera negrita (creo que era de este color cuando la compré), y comienza el ciclismo de investigación...

- ¡Hala, qué sendero más chulo! ¡vaya!, una alambrada. Pues ¡a saltarla! ¡coño, otra más! ¡un paso de un arroyo, casi imposible! Bueno, eso es lo que les gusta y si no, que se jodan (todos, no sólo Alfonso).


Unas cuantas horas más con el ordenador, los mapas y las ortofotos y la ruta queda lista. La subo a la web. Sigo algo intranquilo.

- Espero que las pistas sean ciclables que si no "me van a echar a los perros".

Se acerca el momento de la verdad. En la web pone: "Próxima ruta: Montejo - La Hiruela". El listón está muy alto, el pasado domingo la ruta de los Pueblos Negros enamoró a todos los que se atrevieron a ir. Yo empiezo a tener ansiedad por ver si el esfuerzo ha merecido la pena.

La víspera hay otro evento que acapara la atención de casi todos: el clásico, el Real Madrid contra el Barcelona. Nuestro querido amigo Javi Sánchez me invita a verlo en su casa, junto con otros amigos de Club de Campo y nuestros vástagos. Todos madridistas y todos ciclistas de nuestro grupo. Y es que no deben quedar vecinos en nuestra urbanización que no hayan probado las bondades y beneficios de nuestras rutas. La última vez que fui a casa de Javi a ver un "clásico" acabó perdiendo el Madrid 5-0.

- ¡Coño!, esto tiene mala pinta, nos van a meter "la del pulpo". Y encima la ruta de mañana va a salir mal.


Yo sigo con mi obsesión. Llego unos minutos tarde al evento, directamente de otro evento: una boda.

- ¿Y para qué se casa la gente en pleno siglo XXI? ¿Es que la gente no aprende?

Pues no sé si alguien aprenderá, pero la novia era la tercera vez que se casaba, ¡jesús!. Pido disculpas por el retraso, miro el resultado (0-0), respiro hondo y me siento. Lo primero que me sueltan es:

- ¡Mañana te toca la crónica!.

- Pero, si esa frase es mía. ¡Menudo problema! después de haber escrito más de cien. Mi preocupación es otra, la ruta de mañana.

Termina el partido. F.C. Barcelona 1 - R. Madrid 2. ¡Campeones!, ¡campeones!, ¡oe, oe, oe!

- ¿Y Pedro, no va a ir mañana?

- No se ha apuntado pero, si tenía pensado venir, ya lo habrá descartado para evitar cachondeos.

- Pues podía venir, así me salvaba de escribir la crónica. Este es capaz de venir con la camiseta del Barça. ¡Pedro, jódete! o ¡Alfonso, jódele!... a tu hermano.

Me acuesto temprano pues toca madrugón. Aunque estoy contento sigo dándole vueltas al mismo asunto y me digo:

- Víctor no puedes tener todo controlado, lo que sea será.


Suena el despertador. Me levanto, me pongo la vestimenta de ciclimo...

- ¡Joder! debería comprarme un culotte nuevo. Bueno, ya lo haré, al menos hoy estreno casco.

... Preparo todos los aperos, saco el coche, después la bicicleta, la instalo en el Thule y me dirijo puntual al "meeting point" de Club de Campo, donde ya están casi todos. Nos saludamos con el habitual apretón de manos y la cordialidad de siempre. Los comentarios sobre el partido son inevitables. Veo con sorpresa que Antonio Lorente se ha apuntado tras retornar de su estancia en tierras anglosajonas, y me ofrezco a llevarle en mi vehículo hasta el origen de ruta. Faltan Adolfo y Juanjo que llegan al límite del plazo de espera acordado.

- ¡Vámonos que llegamos tarde!

Durante el trayecto "doy la brasa" a Antonio con lo que le espera en la ruta, con que si conoce la zona de Montejo, con que si mira el Mondalindo, allí subimos en una ruta, que si la abuela fuma... Lo siento, Antonio, pero es mi forma de ser, no lo puedo evitar. En Montejo están Miguel Sánchez, Jesús Pérez, Javi Iglesias y Antonio, el amigo de Adolfo. Nuevos saludos.

- Mira, el alcalde se ha comprado un casco nuevo. Quítale la "L" que pareces nuevo.

- Déjale que seguro que mañana lo devuelve.

- Sí, sí, vosotros seguíd riéndoos que el que ríe el último ríe mejor. Váis a ver lo que os espera.


Llega Vicente al límite de la hora. Hacía mucho tiempo que no venía.

- ¡Joder!, Vicente, que es la hora, date prisa que nos vamos, que Javi Iglesias tiene prisa hoy.

Salida frenética, como siempre, ¡joder con los Javi's!. La primera puerta está abierta, mejor. Después pedaleamos por una de esas verdes praderas que hay en los alrededores de Montejo. Llegamos a la segunda puerta. Hay que abrirla pero no tiene candado. Esto va bien, según lo previsto. Estamos subiendo todo el tiempo aunque casi no nos damos cuenta de ello. Tomamos uno de los senderos que había descubierto en mis investigaciones ciclísticas. Dicho sendero discurre paralelo a una acequia repleta de agua. No está demasiado encharcado y se puede hacer encima de la bicicleta casi totalamente. Llega la primera alambrada, ¡de espino!, la saltamos y comienzan las bromas de aquél chiste muy trillado...

- ¿Es alambre de espino? ¿has estado en el curso de maricona?.

- Hay otro igual un poco más adelante, y luego un cruce de un arroyo.


Enseguida llegamos a la segunda alambrada que tenemos que saltar también. Empiezan los comentarios amenazantes de algunos. A la tercera  vez que tengamos que saltar "hostiamos" al alcalde.

- Pues hay varios más. No les queda nada que sufrir, ¡joder!


Y llega el cruce anunciado del arroyo. Sólo uno consigue cruzar montado. Empiezan los primeros gritos de ¡Víctor cabrón! Esto marcha. Cuando se oye esta típica frase no hay problema pero cuando no... cuando la gente va callada y seria es que realmente se están hartando de tus variantes. Llegamos a la carretera. Cási se me parte la cadena en una dura rampa y recuerdo cuando Dani KBike, con un medidor de espacio entre eslabones, me dijo hace más de un mes que tengo que cambiarla, junto con los piñones y los platos. El tramo de carretera es muy duro y acentúa las diferencias de la gente. En el Puerto de La Hiruela se espera al último en llegar.

- Ahora hay un tramo de sendero sacado de Wikiloc para no bajar a La Hiruela por carretera.

- ¿No será uno que he visto que está imposible y que sale de aquí mismo?

- Pues me temo que va a ser ese. Eso es lo que tiene el Wikiloc que hay tracks de todo tipo, no como en nuestra web y bla, bla, bla...


Me crezco porque hasta ahora todo está saliendo bien y el ambiente es inmejorable. El sendero de bajada a La Hiruela mejora después de unos metros de pie a tierra. Mejora porque desaparece por completo y tenemos que bajar por una pradera, campo a través. Es aquí donde Juan es descabalgado quedando camuflado en un piorno cercano.

- Dejad de reir y ayudadme a salir de aquí, ¡cabrones!.

No tuvo hoy su día nuestro querido e ingenioso amigo. Ya habíamos pasado en otra ocasión por este bonito pueblo. Nos hacemos la primera foto de grupo. Hay tan buen ambiente "erótico-festivo" que casi me parten la espalda en una improvisada melé. La bajada, por un sendero con tablones y escaleras de madera, al antiguo molino, no defrauda. Pero al acabar hay que volver a saltar dos veces más en las puertas peatonales que limitan la zona recreativa. Me callo no vaya a ser que me hostien, no se han debido de dar cuenta. Tomamos el avituallamiento en las mesas de este lugar, junto al río Jarama cuyo cauce bajaba casi desbordándose. Con el hambre saciado y antes de continuar nuestro recorrido, decidimos hacer una nueva foto de grupo en el puente de madera sobre el río que limita las provincias de Madrid y Guadalajara. Aquí nuestro fotógrafo vasco está a punto de darse un chapuzón por pisar donde no debía.

Al salir, nueva puerta y otro salto más. Sigo calladito que estoy más guapo. Llegamos a la carretera tras la dura rampa de subida desde el molino.

- Ahora hay unos siete kilómetros de carretera.

- ¡No me jodas!

Protesta Juanjo y le explico que no hay otra manera de llegar a donde queremos ir. La carretera comienza con una bajada muy cómoda pero pronto se acaba y disfrutamos los prolegómenos de lo que iba a llegar. La carretera seguía el curso de los ríos elevándose, cada vez más, sobre los espectaculares cañones que formaban un paisaje de belleza extrema. Increíblemente nos cruzamos con un único vehículo en todo este largo tramo y es que poca vida tienen las poblaciones en esta recóndita zona de Castilla - La Mancha.

Terminado el tramo de asfalto, tomamos la pista forestal que debía devolvernos casi al punto de orígen. El primer tramo, en bajada bastante empinada, hasta un nuevo puente sobre el Río Jarama que, de nuevo, nos visitaba con sus límpidas y bravas aguas.

- ¡Qué bonito!, se acabó la diversión, ahora toca subir "un poquito".

Yo sabía que estaba siendo sarcástico. ¿Un poquito? ¡Diez Kilómetros! nada menos, de extenuante subida, ibamos a tener. Empieza el baile, cada uno a su aire o al aire que marca el de delante. Pero a más de uno era el "aire" lo que le iba a faltar... y las fuerzas. A los cinco kilómetros, más o menos, en una desviación, los de delante deciden esperar a todo el grupo aprovechando para descansar y hacer las fotos de rigor. Se vuelve a oir la frase ¡Víctor cabrón! Vaya subidita, a todos nos dolía el culo de tanto subir sin descanso, pero no están enfadados porque me llaman macho cabrío y eso me tranquiliza. El paisaje de pinar de "pinus sylvestris", comunmente llamadoo pino de Valsaín porque es el que existe en esta zona segoviana, es majestuoso pero no era ni la sombra del que íbamos a disfrutar un poco más alante.

Cuando parece que ya hemos subido casi todo, ¡rampón! Hasta ahora nadie se había bajado de su compañera de viaje pero esto era ya demasiado. Empiezan a faltar las fuerzas y muchos me preguntan ¿pero cuándo va a acabar ésto? Aquí ya no estabamos cubiertos por el pinar y las vistas son realmente impresionantes. Estábamos a 1.600 metros de altura, rodeados de interminables montañas, algunas con bosques de pinos, otras repletas de jaras, otras con roquedos espectaculares... Si mirábamos un poco hacia abajo teníamos valles con multitud de colores y una profundidad impresionante. El día, claro y soleado, también ayudaba a nuestro deleite visual. Sólo por estos instantes merecen la pena todos los madrugones, todas las visicitudes acaecidas en nuestras salidas y todo el trabajo realizado.

Y llegamos al Collado de las Palomas, el final de la subida, donde la gente se tumba en el suelo desfallecida.

- ¿Con que dificultad alta, eh? El IBP tiene que salir Muy Alto.

Las vistas siguen siendo celestiales, cosa que nos hacen casi olvidar las duras subidas. Aquí Javi Iglesias y Jesús Pérez, ambos con prisas por motivos familiares, se despiden del grupo y se apresuran hacia sus vehículos sin esperar al resto del grupo. Volvemos a arrancar, esta vez cuesta abajo, ¡qué bien! sí, sí, bien, hay que volver a subir, esta vez solo un kilómetro y medio más. Llegamos al Collado Salinero, donde rememoramos la "hazaña" (¿o locura colectiva provocada por el alcalde?) del sendero entre jaras de la última vez que estuvimos en La Hiruela y el comienzo de este relato. Aquí el viento entraba como un cuchilo por este paso natural que es el collado.

- ¡Hala!, ahora sólo queda bajar, lo prometo.

Empiezo a estar muy contento, parece que ha merecido la pena la ruta, pero aún queda la parte más complicada de lo que había investigado meses ha. La bajada hasta la carretera, que va a Puebla de la Sierra, es frenética después de tantos kilómetros subiendo. Unos pocos metros y hay que salir de nuevo a la izquierda por camino en bajada.

- ¿Dónde están los descenders? Ya se han pasado el desvío.


- Estos se han ido por la carretera que yo les he visto.

Descendemos por el pedregoso camino que tiene mucho merjor agarre que cuando lo hice en verano. Llegamos a una bonita pradera, donde llamo a los que se han ido por carretera.

- Ya nos hemos dado cuenta y hemos vuelto. Ya estamos bajando.

- Ya os vemos, venga os esperamos.

Nos metemos en un sendero que en verano estaba totalmente cerrado pero que podemos casi ciclar por entero esta vez. Terminamos en un nuevo salto de alambrada (¡menos mal que no han cumplido con las amenazas!). A estas alturas estoy eufórico ya no queda nada por descubrir y la ruta creo que ha gustado mucho, hasta hay gente que, no sé si haciéndome la pelota, me dice que la va a puntuar con un DIEZ. Tras la alambrada bajamos por un sendero alfrombrado de hojas de roble (estaba más bonito en verano). Enseguida retomamos el camino de la ida. Llegamos a la penúltima puerta.

- ¡El último que la cierre!

Estamos llegando y Juan vuelve a descabalgar como si fuera expelido de un toro mecánico de esos que hay en algunas ferias o parques de atracciones. Tiene que recomponer las piezas de su casco, menos mal que cae en la hierba. Estamos ya en Montejo. Llegamos a los coches y, como siempre, algunos se van "volando" a casa (son más de las 13:30) y otros nos tomamos una cervecita aderezada con "piel de mamífero porcino crujiente en su crital de aceite de Andújar" (Leo Harlem), es decir, torreznos, en el bar de siempre.

Y para terminar esta aburrida y seria, aunque completa, crónica me permito resaltar algunos de los datos que explican, desde mi punto de vista, lo vivido:

IBP: 82 ( = Dificultad Muy Alta), DESNIVEL ACUMULADO: 1.185 metros, SUBIDA CONTINUADA: 10 Kilómetros, PENDIENTE: entre el 5 y el 15%.

Gracias a todos por venir a las rutas y, sobre todo, por el ambiente inmejorable que generáis y que hace de los domingos una de las razones de mi vida.

Un abrazo a todos, de vuestro alcalde.

(escrito por Víctor)


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Montejo de la Sierra. Comienzo de ruta.


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