DATOS DE LA RUTA
HORA DE SALIDA: 08:35
HORA DE LLEGADA: 12:55
TIEMPO DE PEDALEO: 03:34
TIEMPO TOTAL EMPLEADO: 04:20
DISTANCIA RECORRIDA: 43.9 Kms.
TEMPERATURA MEDIA: 22.0 ºC ( mín.: 17.0 ºC máx.: 33.0 ºC ).
SENTIDO DE REALIZACIÓN: habitual
OBSERVACIONES: Reventón de nuestro nuevo amigo Juan Pablo en la bajada del Nevero.
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ASISTENTES: (16)
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caídas en la ruta: (1)
pinchazos en la ruta: (1)
averías en la ruta: (0)
Domingo 27 de julio de 2014
Ruta: Navafría – El Nevero.
Después del madrugón de rigor, debido a la lejanía del comienzo de la ruta, nos juntamos dieciséis ciclistas en el punto de partida, las piscinas de Navafría. Le damos la bienvenida a Juan Pablo, que se incorpora por primera vez al grupo, y se me comunica oficialmente, y por megafonía, que me toca la crónica. Así que me mentalicé para recordar todos los detalles posibles de mención, pues me propuse hacer la crónica inmediatamente que llegara a casa. Pero tenía comida familiar y me estaban esperando, así que lo pospuse para la noche, pero se alargó la sobremesa hasta las tantas de la noche y decidí que la crónica la haría el lunes.
Pero el lunes se me complicó el día aún más, y como encontré un hueco en la agenda para el martes, pues la inicié el martes a las 10:00 hrs. GM mientras esperaba en la consulta del odontólogo. Pero sorprendentemente, a los 10 minutos vino a saludarme. Y al verme escribiendo, me preguntó entre bromas y risas; ¿Estás haciendo el testamento? Yo le respondí a la gallega; ¿Debiera?, el me respondió que nadie había caído en sus manos, de momento. Y le expliqué que estaba haciendo la crónica de la ruta que hicimos el domingo, y así iniciamos el tema de conversación mientras él hacía los preparativos de la intervención, yo rememoraba la ruta para después hacer la crónica más fácilmente.
Pero nadie presagiaba lo que iba a suceder. Él, taladro en mano, yo en posición casi yacente, inicia la perforación como si de una sonda petrolífera se tratara, todo era normal hasta que el taladro se traba, no tiene la suficiente potencia para seguir perforando, veo el humo que desprende el taladro, yo trato de seguir rememorando la ruta para luego escribir la crónica, al tiempo que me sirve de terapia para no ser consciente de la ejecución a la que soy sometido. Me informa que va a cambiar de broca, lo que me sirve de alivio, y sigo con mi ruta mentalmente, subiendo entre pinos, disfrutando de mis amigos, la temperatura es perfecta y de pronto, nos encontramos con Miguel Ángel, que viene con su bólido de frente, se había extraviado y por eso no inició la ruta con todos, rápidamente aparcó, montó la bici y se incorporó al grupo.
¡Maldición¡ el taladro empieza a rugir de nuevo, inicia la perforación, pero al cabo de unos segundos, se vuelve a trabar, escucho el comentario que hace el equipo que me interviene, [la densidad del hueso es muy alta, hay que hacerlo manualmente], yo inicié el “rigor mortis”, si el hueso era duro, los músculos se reconvertían en titanio, solo de pensar que el odontólogo se convertía en “aizkolari”. Intenta relajarte, me decía, mientras hincaba sus artilugios hueso adentro, con la fuerza de un auténtico “aizkolari”. Aquí perdí mi disciplina mental, no pude continuar con mi ruta, físicamente quedé exhausto.
Hasta hoy jueves a las 09.00 hrs., no he sido capaz de ponerme de nuevo con lo que inicié, hace ahora 48 hrs., así que continuamos subiendo y disfrutando del paisaje, bosques de pinos, abetos y robles hasta llegar al Nevero, dónde la vegetación es solamente hierba debido a la altitud. Las vistas desde aquí son espectaculares, pues se ve el embalse de Lozoya y los valles que circundan.
Una vez que iniciamos el descenso, Juan Pablo pinchó la rueda trasera, que reparó en un instante, mientras que otros optaron por rellenar los bidones de agua de la fuente cercana. Desde aquí, bajada tendida hasta Navafría, sin más percances que mencionar.
Solo, me queda agraceros a todos, la gran satisfacción que me aportan estas rutas, en compañía de mis buenos amigos.
Un fuerte abrazo. Ángel
(escrito por Ángel)
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