De La Acebeda a Pedraza con visita al acebal de Prádena 10-05-2015

De La Acebeda a Pedraza con visita al acebal de Prádena 10-05-2015

DATOS DE LA RUTA


HORA DE SALIDA: 08:35
HORA DE LLEGADA: 14:23
TIEMPO DE PEDALEO: 04:16
TIEMPO TOTAL EMPLEADO: 05:48
DISTANCIA RECORRIDA: 53.9 Kms.
TEMPERATURA MEDIA: 24.0 ºC ( mín.: 12.0 ºC máx.: 29.0 ºC ).
SENTIDO DE REALIZACIÓN: habitual

OBSERVACIONES: Ruta de nueva realización. Varias incidencias entre pintxazos y averías que ocasionaron múltiples paradas. La ascensión final al Puerto de la Acebeda fue un descalabro general (tragedia). Problemas musculares de Pepe y David V. Casi todo el mundo hizo el tramo final por pista para tardar menos.

Ver descripción de la ruta realizada
Ver mapa del recorrido realizado
Ver perfil del recorrido realizado
Ver informe IBP
Descargar track de GPS
Ver comentarios y valoraciones en el Blog

VIDEOS DE LA RUTA: (2)

ASISTENTES: (19)

 

Ver perfil del ciclista
Adolfo
Ver perfil del ciclista
Alejandro Benito
pinchazo
Ver perfil del ciclista
David Martínez
Ver perfil del ciclista
David Verdes
Ver perfil del ciclista
Emilio
Ver perfil del ciclista
Flu
Ver perfil del ciclista
Goyo
pinchazo
Ver perfil del ciclista
Javi Iglesias
Ver perfil del ciclista
Javi Ignacio
Ver perfil del ciclista
Javi Sánchez
Ver perfil del ciclista
José Luis González
pinchazo
Ver perfil del ciclista
Juan
Ver perfil del ciclista
Marcos
Ver perfil del ciclista
Miguel Sánchez
caida
Ver perfil del ciclista
Pepe Herrera
Ver perfil del ciclista
Rafa García
Ver perfil del ciclista
Valentín
Ver perfil del ciclista
Víctor
Ver perfil del ciclista
Víctor (Camarero)

caídas en la ruta: (0)

pinchazos en la ruta: (3)

averías en la ruta: (1)

Aquel sendero era un viejo peregrino


Los senderos son semejantes a surcos, y así como las eras dan el pan, los senderos dan los ciclistas, los que pasean, los que vuelan, dan los escarperos y dan los inclinaderos.

Se sienta uno a cosechar a orillas del sendero, o viaja por él.

Desde La Acebeda yo veo un trozo del camino buscar un puerto sobre los hombros de una montaña. Se desenrolla y crece insolente desde la breve sombra de acebos y robles hacia las polvorientas altas lineas de los caminos desollados por piedra picuda.

Es en el baile de las piedras más altas -allí donde el camino buscando el abrigo de los vientos se eriza de guijarrera- la cadena de Pepe rompe avergonzada, la máquina se humilla tras re-escenificar la desigual lucha del ingenio contra la naturaleza, solo obtenemos una despreciable victoria con un pequeño eslabón traido de las entrañas de una ciudad.

La montaña ni se da por aludida, ya se cobrará su tributo otro dia, no habremos acabado de pasar por el collado y tras unos metros de sobrecuerda ya nos habrá ignorado.

Trazamos la bajada del puerto sobre una linea que ingenieros descolgaron con zigzag por la ladera entre coníferas, es camino digno de contrabandistas, a media falda atravesamos a irresponsable velocidad una herida no curada de rocas basálticas, descompuestas y afiladas, que el Cerro Gargantón ha ido soltando con desgana para distraerse en las frías y solitarias jornadas de norte y granizo

Tras unos giros sobre pedrería se llega al desvío del Acebal, este camino, engullido de sotobosque se esconde al abajadero descuidado, reposa coronando la presierra y nos llevará desde la cabeza del Acebal de Prádena hacia la dormida población que un dia le enlazó su nombre.

Desenderados bajamos entre Acebos y Sabinas por el Acebal donde el tiempo se ha parado, el camino está realmente envejecido y se abandona a un monte que lo intenta cicatrizar con ejemplar paciencia, fluimos encaramados en las bicicletas sobre un camino cruzado de torrentera y de raizambre, relato de los dias de aguacero que fertilizan la presierra Segoviana.

El borde del páramo y serrezuela es riña de verdes cañadas y pistería blanca que se entrelazan en maraña por entre los pueblos que se anudaran antaño con las antiguas cañadas reales; pasando sobre ellas despedimos la presierra y entramos en la eterna meseta castellana.

Escogemos el camino de San Juan para visitar Prádena y Huerta; estos caminos, los más viejos tendidos de piedrarena y los recién llegados de harinosa blancura conviven para el viejo panadero, de mozo ganadero y de chico pastor, y son hoy ajados y cortados por la feroz disputa entre el verano y el invierno; son el fruto de la tierra de pasto seco y de las hierbas aromáticas, de hornos de adobe y hogazas de pan. Son la misma tierra de Segovia.

Con la muralla insomne del Guadarrama que se levanta a nuestra espalda subimos a Peñas Redondas, altozano en el páramo y antesala de Pedraza. A poco de llegar a nuestro objetivo un regalo ofrecido por Rades de Abajo, un sendero que es arroyo de verdor y alta hierba que serpentea bajo la sombra de los árboles y corretéa entre dos muros de piedra para dejarnos hacia las puertas de la villa fortaleza de Pedraza.

Las calles de la villa -hogar de Pedrazanos- destilan hidalguía y antigua estirpe de tejedores es hoy es lar y hogar de restauradores. La villa duermevela la comarca recostada en gatuno solazarse sobre un acantilado serrado de colores rojizos que se anuncia de muralla inexpugnable a la curiosidad ribereña que la admira desde las orillas de sus frentes occidentales.

La magnífica plaza porticada preside la araña de callejuela empedrada y nos lleva a las puertas tachonadas del viejo castillo, donde comemos y oteamos ante la continua visita de turistas anónimos e impersonales, como todos los que olvidaron una parte fundamental de sí mismos malcambiada por el humo de un motor.

El caminante abandonará la villa bajando hacia un arroyo de flores y hojillas que se rizan de verde sargazo entre retorcidas vallas de madera, y nos encaramamos por más que directa subida a trepar a un otero desde el que podemos disfrutar la vista de las casas de Pedraza arracimando su tejadería unos encima unos de otros como si quisieran rebosar fuera de las murallas.

Y es justo al coronar esta subida que Juan pincha la rueda sobre el polvo ardiende de un camino demasiado nuevo, una herida cortada sin misericordia en la colina que es incapaz de ofrecer sombra ni resuello a un viajero que abandone Pedraza. Restallamos el pinchazo parejos a la villa centinela y proseguimos el retorno bañados a partir de ahora y hasta los farallones de la montaña por un sur -extranjero en esta tierra- que nos reclama las fuerzas con su ventoso aliento amenazándonos con el cercano peso del mediodía.

Devanamos el ovillo de pistas ganaderas de vuelta hacia la presierra, de fuente en fuente, de sombra en sombra, entre chopos y abedules, charcas y regatos. El tránsito de Matabuena a Matamala es un camino olvidado, apenas unos metros de la antigua carretera nacional de los blanquinegros tiempos del recuerdo, camino lleno de memorias de nuestros abuelos que el progreso ha intentado sanar con capas pobres de asfalto que el verano sediento cuartea con indiferencia recordando que, ya solo le hacen uso los lugareños de rostros arrugados y que, gracias al interminable discurrir del paso del tiempo, la llanura ya estará reclamando esta vía para dejarnos tan solo desconchadas losas de asfalto a modo de advertencia.

Por entre coladas y cañadas el confín de la llanura segoviana nos paseará durante unos breves metros, ya hemos dejado la tierra de ganaderos y volvemos a caminaje de pastores, la presierra cercana nos ofrece el alivio de su sombra, justo antes un tercer pinchazo en Castillejo nos detiene y separa definitivamente al grupo que proseguirá descosido hasta el retorno final de la partida.

Somos tramos sueltos sobre la antigua Cañada Real Soriana que nos toboganéa hasta el Sabinar de Prádena, es el último retiro de sombra, dehesa y arboleda en la que desordenamos nuestra larga procesión de ciclistas goteando en irreal pendiente arriba, y como capturado fugitivo somos reclamados de nuevo por la montaña que apenas unas horas nos toleraba pasar.

La rampante tarea de subir el puerto se desentraña por el viajero en silencio forzoso, las fuerzas del ciclista escasean mientras trepamos curva a curva, inclinadero a inclinadero, jadeamos sobre el azorado reptar de unos frenéticos hilachos de pequeñas lagartijas que se estiran, corren y se retuercen asustadizas para escapar de nuestras agotadas ruedas.

Nos desplomamos finalmente en el puerto de la Acebeda donde la montaña ya ni nos prestará atención. Solo quedaba la bajada final por un sendero de escarperos, pero el ánimo del viajero está vencido por el viaje. El peaje de rotos músculos se paga en el collado, un pinchazo en la máquina y otros en el cuerpo le han supuesto subida en paseo a ambos Davides y a Pepe. El camino nos recuerda que somos sino pedazos de la ciudad, intrusos bajo el áspero discurrir de una pista montañera (quizás no de una, sino de la una y única pista montañera que recorre todas las montañas que nos podemos imaginar, una única e interminable pista a la que solo el mar le puso coto).

Ya no escogeremos esta vez derrotados la trialera originalmente planeada, y ésta será otra cuenta que pagar, otro espejo que nos ha de recordar para reflejarnos en él otro dia. El cuerpo dolorido del viajero escoge la huida fácil que discurre por el vertiginoso abajadero que nos trajo de mañana, donde el desbaratado grupo en dolorido descenso ya solo ahuyenta los animales en las granjas que allí beben.

La Acebeda nos da la bienvenida con sus fuentes ya más tarde del mediodía, la ciudad lejana reclama a los suyos. Nos recogemos y unos pocos departimos algunas cervezas e historias reparadoras. Es el cierre de un corto viaje que como todos los que en compañía se empiezan, ha merecido la pena.

Hoy, mientras acabo de escribir este homenaje, siento que este camino que ayer recorrimos se me aparecerá como un viejo peregrino, aunque cada ciclista que lo pise lo renovará, y resucitará en la rota y polvorienta vía la ilusión del viaje y la libertad de las dos ruedas. Porque recuerda que mientras viajes, no serás un hombre viejo. Pero el dia en que decidas descansar, aunque sea mañana, lo serás.

(Adaptación libre o quizás un extraño cruce entre 'Merlin y Familia' de A.Cunqueiro y 'Volverás a Región 'de J.Benet)

(escrito por Emilio)


nº fotos/pág.

1/286


La Acebeda, comienzo de ruta.


La Acebeda, comienzo de ruta.


La Acebeda, comienzo de ruta.


La Acebeda, comienzo de ruta.


La Acebeda, comienzo de ruta.


La Acebeda, comienzo de ruta.


La Acebeda, comienzo de ruta.


La Acebeda, comienzo de ruta.


La Acebeda, comienzo de ruta.


La Acebeda, comienzo de ruta.


nº fotos/pág.